Trump al igual que Mujica puede parecer aberrante, ignorante, violento, machista, y probablemente lo sea. Pero también es en cierta manera atractivo para su electorado. El viejo truco del "tipo común" (aunque no lo sea), algo prepotente, que "dice las cosas como son" y denuncia las mentiras de los políticos tradicionales.

Mujica dice barbaridades a cada rato, insulta periodistas, defiende sus conveniencias políticas por encima de lo jurídico, apoya los negociados de sus amigos políticos y defiende a la familia ideológica por encima de la democracia. Como te dice una cosa, te dice la otra.
Al igual que el ex guerrillero, el nuevo presidente norteamericano hace política atacando a la clase política. Sale de lo común y cautiva a una ciudadanía ávida de cambios. Nuevo y polémico puede volver sexy hasta a un andropáusico de 70 años. Y a la larga eso es lo que importa en una elección presidencial, que es un concurso de popularidad con algo de política en el fondo.
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